"La historia no contada de la transmasculinidad"
Escrito por: Pascal Hannoùn, activista transmasculino, residente de la Casa Trans "Residencia Política Transfeminista"
PRESENTACIÓN
Me llamo Pascal Hannoún, tengo 26 años, nací en Líbano, me radiqué en Manta y actualmente vivo en Quito, Estudio derecho en la facultad de jurisprudencia en la Universidad Autónoma de Quito, trabajo como activista político en el Proyecto Transgénero y soy residente político de la Casa Trans. Además, probablemente soy el único trans masculino que ha realizado el cambio de sexo legal en el Ecuador.
¡SOY HOMBRE!
Soy un trans masculino porque Yo siempre me he considerado un hombre, sin necesidad de hormonas, cirugías ni medicamentos, y no me siento menos a otros hombres. Soy yo mismo y eso es suficiente para mí.
LA HORMONIZACIÓN IMPORTANTE
Desde mi punto de vista la hormonización me parece muy importante, pero también muy delicada, pues tiene pros y contras. Los pro es que te sale barba, aumenta la fuerza, tu voz se engruesa y tu cuerpo se hace mas rustico… Pero también tiene efectos secundarios como. Los órganos reproductores se atrofian y dejan de funcionar normalmente. Además la atrofia puede producir cáncer. Para prevenir que se produzca esta enfermedad, muchos transmasculinos se extirpan dichos órganos reproductores como el útero y los ovarios, lo que implica que, a partir de ese momento, tendrán que continuar con la hormonización de por vida.
PAISES Y CARCELES
Existen muchos países en los que es muy difícil o imposible conseguir la hormonización por lo que los viajes al extranjero se convierten en un problema. Del mismo modo, el acceso a la hormonización puede ser muy complicado para las personas que están en la cárcel, o para quienes no tienen dinero para proseguir el tratamiento, ya que resulta algo caro.
Y una vez dado este tratamiento, ya no hay marcha atrás.
Afortunadamente, nada de esto es un problema para mí, porque yo no me hormonizo. Para mí es una suerte no sentir la necesidad de hacerlo y sentirme bien como estoy. Cuando alguien me dice: “que suerte tienes de parecer un hombre”, les respondo que no es suerte. Yo me he hecho como soy.
Puedo decir que ya lo tengo todo hecho. Me veo y me siento como un hombre, y soy aceptado como tal en mi familia, con mis amigos, con mi pareja. Incluso soy aceptado como hombre a nivel legal, por parte del estado. Entonces ustedes se preguntaran ¿por qué estoy aquí hoy?
Pues la verdad estoy aquí por un solo motivo que es el tema de la transfobia.
¿Qué ES LA TRANSFOBIA?
La transfobia hace referencia a la
La conducta discriminatoria o intolerante hacia transexuales puede incluir el
Lo cierto es que pienso que todavía queda mucho por hacer. Yo mismo he sufrido varios incidentes transfóbicos. Como por ejemplo, me gustaría compartir con ustedes dos de ellos.
El primer incidente, la primera anécdota, ocurrió en una ocasión en que me encontré con una mujer con la que no me llevaba bien, y que sabía que yo era trans masculino. En ese momento yo me encontraba con mis amigos, quienes desconocían que yo tenía esa condición. Ella empezó a increparme, a decirme que yo no soy un hombre y que estaba engañando a todo el mundo, delante de mis amigos. Cuando ella se marchó, expliqué a mis amigos lo que había pasado y por qué ella me había dicho todas esas cosas, y a ellos les dio igual, incluso me defendieron, diciendo que no hay que dar importancia a los demás cuando hablan mal de uno.
Este es un acto de transfobia en el que se viola el derecho a la intimidad. Adicionalmente esa exposición pública en casos de transmasculinos suele generar actos de violencia física. En este caso, no pasó nada, pero aún así, exponer de manera pública la identidad transexual de una persona, es una violación de la intimidad.
La segunda anécdota consiste en que mi familia me ingresó en una clínica para que yo cambiase de vida. Al principio me ingresaron en una clínica femenina, pero al cabo de poco tiempo la directora pidió que me enviasen a una clínica masculina, puesto que estaba empezando a desbaratar a algunas chicas que ya iban “por buen camino”. Entonces me cambiaron a la clínica masculina, y ahí fue donde empezaron los problemas de transfobia, pues me obligaban a vestirme con ropa de mujer, y me trataban en femenino. Además, esta situación era muy peligrosa para mí, puesto que allí sólo había hombres, que podían haberme agredido o acosado sexualmente. Muchas veces iban por la clínica en ropa interior, y los baños eran comunitarios, lo que me ponía en una situación muy desagradable y peligrosa.
El solo hecho de internar a una persona en una clínica de rehabilitación para intentar cambiarle su manera de ser, su manera de vestir y actuar es una violación a la identidad, pero también los métodos utilizados, como obligarle a ponerse ropas de mujer es un atentado a la integridad, y es humillante.
También hay otros incidentes transfóbicos que podrían llegar a ocurrirme, que no me han ocurrido a mí, pero sí les ocurren a otras personas es que por ejemplo, los encarcelamientos. Si a mí me encarcelasen atendiendo únicamente a mi sexo legal y desconociendo mi biología, tendría que ir a una cárcel de hombres.
Tal y como ya me ocurrió en la clínica masculina, ir a una cárcel de hombres puede ser muy peligroso para un trans masculino. El peligro puede ir desde la agresión verbal y el acoso sexual, a las agresiones físicas, las violaciones, e incluso el asesinato.
Finalmente hay una última forma de agresión sobre los trans masculinos, que es la invisibilidad. Lo trans masculino no existe, e incluso se podría decir que la transexualidad es una cosas sólo de trans femeninas. Es cierto que la visibilidad de las mujeres trans a veces tiene consecuencias negativas en una transfobia más cotidiana, en insultos por la calle, en un mayor número de agresiones… la mayor parte de las personas trans asesinadas en el mundo son trans femeninas. Sin embargo, que no hablen de ti, también es una forma de agresión. Como se suele decir, “que hablen sobre mí, aunque hablen mal”, porque cuando no se habla sobre ti, no existes, y si no existes no puedes luchar, no tienes voz para exigir, y no puedes lograr derechos ni protección.
Yo podría aprovechar las supuestas ventajas que también conlleva la invisibilidad de la transexualidad masculina, y ser un hombre como otro cualquiera, sin que nadie me señalase por la calle, aprovechando los privilegios que la sociedad otorga a los hombres. Sin embargo yo he decidido hacer activismo político y hablar por los otros trans masculinos, esos que son invisibles, cuya voz está silenciada.
Una de mis principales motivaciones como activista político es mostrar que en Ecuador hay muchas formas de vivir y ser transexual, sin tener necesidad de los protocolos médicos procedentes de Europa y los Estados Unidos, que incluyen hormonas y cirugías. Aquí tenemos formas propias de ser quienes queremos ser sin tener que intervenir nuestros cuerpos, con todas las consecuencias que dichas intervenciones conllevan. Es necesario reivindicar estas otras maneras de ser transexual como una alternativa a las categorías tradicionales de tener características físicas que demuestren que eres hombre o eres mujer.
En segundo lugar, para mí como víctima de incidentes transfóbicos, y también como representante del colectivo transmasculino, es muy importante la lucha contra la transfobia. En estos momentos la legislación ecuatoriana es una de las más modernas en cuestión de protección de las personas trans. Nuestra constitución incluye el derecho al nombre, o el derecho a la no discriminación por razón de identidad de género, cosa que no contempla casi ninguna otra constitución en el mundo. Sin embargo, esta legislación todavía no se ha hecho completamente efectiva, y tanto las autoridades como una gran parte de las personas transexuales desconocen su existencia.
Por último, al decir en público que soy un trans masculino, visibilizo a la comunidad en sí. Estoy demostrando que existimos, con nuestros problemas, que algunos son compartidos con las trans femeninas y otros no. Este es un principio para empezar a luchar por nosotros mismos.