Claudia Rodríguez Activista Trans Chilena |
Así parece (*)
Elizabeth Vásquez
Columnista
Claudia, una activista transexual chilena que se operó hace años, pregunta a unas amigas ecuatorianas sobre su relación con el pene. Con una sonrisa, recorre los rostros de sorpresa e indignación. El “truqueado”, esa habilidad transgenérica de esconder el órgano genital en bikinis y otras prendas apretadas, más allá de una práctica física es una norma social: de lo que una trans hace o deja de hacer con su pene no debe hablarse.
Pero Claudia lleva años destruqueando su propia experiencia. “En vísperas de hospitalizarme y reinventar mi cuerpo, me masturbé varias veces en un acto de despedida... ¡Me van a decir que no se masturban las que no están operadas!”
“Esta chilena no ubica dónde está... ¡mira que hablar de masturbación transexual con lo conservadora que es esta sociedad!”, murmura la más conservadora del grupo.
Claudia alcanza a escucharle. “Así parece”, contesta pensativa.
En cambio a Marcela, que ha escuchado en silencio, le seduce la sinceridad de Claudia y se anima a intervenir. “Muchas chicas se esfuerzan por explicar que no les funciona. Se empeñan en justificar que el pene está de adorno, de estorbo”.
“Hay experiencias muy trans en el cuerpo pero muy recatadas en el género”
Parece que buscaran que la sociedad acepte a las trans reubicándolas como hombres fallidos y, por lo tanto, como mujeres perfectas. Parece, en definitiva, que la mujer, o la feminidad, se sigue definiendo en nuestra sociedad por lo que de masculino “no es” o “no tiene” en vez de por lo que “es”.
“¡Tantos prejuicios!”, se atreve alguien más, “como eso de asegurar que porque eres trans, nunca has estado con una mujer”. La más conservadora del grupo no lo puede creer. “¿Cómo? ¡Ahora van a hablar de lesbianismo transexual!”.
Así parece. La conversación se anima y algunas cuentan que sí han estado con mujeres, sobretodo con lesbianas, y en general, con mujeres masculinas. A otras tantas, tampoco les disgustan las mujeres femeninas. Y Jennifer recuerda a Konny, una amiga trans que se fue hace algunos años a Europa y cuya pareja es otra chica trans. Sucede aunque no parezca.
“En todo caso es cuestión de preferencias”, interviene otra chica. Y comenta que, a ella, basta que un hombre le insinúe que tome la iniciativa para que pierda el encanto. En cambio, otras trans se sienten cómodas con el rol penetrativo. La identidad y la práctica sexual interactúan de formas complejas. Hay experiencias muy trans en el cuerpo pero muy recatadas en el género. Te subes en un par de zapatos de tacón aunque el mundo se ponga de cabeza pero no puedes, con tu novio, dejar de ser una mujer tradicional. Y también hay otras vivencias que parecerían genuinas preferencias sexuales. “Bueno, de todo hay. Pero en general, parecería que mientras más apertura tengas, menos te tendrías que limitar con que nunca esto o nunca lo otro, ¿no?”
“Puedes preferir no probar y punto. Ahora, que tanta libertad hay en las preferencias, ya es muy difícil saber. Como cuando los hombres heterosexuales “prefieren” no experimentar ciertas prácticas sexuales, aunque sus compañeras o ellos mismos tengan curiosidad…”.
“Y entonces, ¿no experimentan?”
“No. O, bueno, no sé...”
En todo caso, así parece.
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